El revestimiento de barro generó el tono guía para el resto de los elementos. Se realizaron varias pruebas de rendimiento con diferentes proporciones de agregados para lograr la tonalidad, textura, dureza y resistencia deseada para el desierto. A continuación, se creó un color de pintura único para el techo y las puertas metálicas, y el patrón del piso se combinó con las texturas de las paredes. El techo de 1,200 piezas es una mezcla aleatoria de 9 módulos diferentes, que oculta las instalaciones necesarias.
Un espacio tallado desde la tierra, honrando los sabores que emanan de ella. Paredes bajas con diferentes alturas funcionan como particiones, generando atmósferas únicas entre los grupos de mesas. El área de cocina se convierte en el corazón del proyecto, rindiendo homenaje a los métodos tradicionales de cocina con leña. El fuego como estímulo para pasar tiempo juntos, como lo hicieron los primeros habitantes de cuevas. El relieve del techo se asemeja a las ruinas de Paquimé mezcladas con abstracciones de elementos mecánicos.
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